La inclemencia chapotea
en la obscena insinuación
de mi atemporal laguna.
Fosa cavada en mi memoria.
Reposo inconfesable de las miserias,
que como aves negras me acosaron
desde un gris cielorraso,
cuando fui parte del aire.
Un estremecer de sensaciones
descargando plegarias al viento,
cuando pude ver a mi propia figura
desplegada en un ideal del tiempo
y no pude volver a casa.
Hoy soy la mirada indescifrable
adormeciendo al temor entre flores y velas,
para fugarse en el encuentro de mañana.
Una mujer desnuda en la pared,
que resbalará por el tobogán del mundo.
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